EL EQUILIBRIO ENTRE CONCEPCIONES
Manu MontesEl siguiente texto forma parte de un artículo o capítulo sin terminar de un futuro trabajo; una visión personal sobre construcción en magia (Arquitectura de la Emoción Mágica), que precisamente tuvo su segundo inicio en parte de las ideas plasmadas en las jornadas de La Peza de enero de 2010. Viene a colación de los temas y trabajos recientemente expuestos y simplemente como ideas y pensamientos personales. Al ser un texto inconcluso y no corregido, no tiene principio ni fin; disculpas.
(…) Si aplicamos por ejemplo la teoría de las pistas falsas, al final el espectador, al no caberle explicación conocida posible, solo le cabe la solución mágica. Es decir, que la única forma de realizar eso es utilizando magia. Por tanto, se provoca en él la reacción emocional, además de todas las vividas en el juego, del asombro mágico o de misterio emotivo, que puede ser diferente en cada espectador (místico, cerebral, pasmo, angustia, diversión, o mezcla de varias…).
Ahora bien. Si la magia no puede (o no debe) saltarse las normas de la física ni de la entropía, por el principio de conservación, o la anti-entropía se convierte en magia, su enigma procede de que es un medio para manipular la realidad que no se conoce, pero respetando las normas físicas (habría que plantear si el romper las normas de la física es factible, ya que esto plantea nuevas cuestiones y dilemas; recuerdo los apuntes de Nelms sobre el tema en Magia y Presentación). Es decir, una carta se transforma en otra de algún modo mágico que el espectador no conoce y por tanto es magia, o se dice que es magia (¿es entonces la magia esa reacción al desconocimiento total de la solución o es la causa a la que nosotros atribuimos ese resultado?).
Pero ¿y si ese resultado no lo atribuimos a una causa mágica? Y podemos mantener una dualidad en la palabra magia como la sensación o emoción que se crea en el espectador al no haber solución posible a lo presenciado o como la causa que asignamos al fenómeno diciendo que ocurre gracias a la magia. Normalmente un juego está construido para llegar o desencadenar en un fenómeno, se quiere demostrar algo, reproducir algo, provocarlo, o las cosas van sucediendo sin más, por ejemplo. Pero pongamos un caso. Vamos conduciendo por una carretera de Málaga y tras pasar un túnel nos encontramos en una carretera de Buenos Aires. Lo que ha sucedido no tiene explicación posible por más vueltas que le demos, nadie puede explicárselo, se han violado las normas de la física (aparentemente) y no hay nadie que nos diga que la causa de eso ha sido la magia. La reacción emocional que nos sucede es de asombro, misterio, desconcierto… pero ¿Es “mágica”?… ¿Sería una no emoción? Podríamos decir que es paranormal y de sucesos inexplicables ¿pero nos interesa provocar esa sensación en los espectadores?
Lo del ejemplo del túnel creo que es una sensación no mágica. Por lo menos no la magia que yo busco, que es la "magia arte". Es algo encuadrado dentro de lo paranormal y de misterios de ese tipo. Todo depende del enfoque que le des. Si un mentalista realiza efectos paranormales, pretende crear esas sensaciones paranormales, pero dentro de un espectáculo "artístico", por lo tanto sí es más "magia arte". Si es de los que dice que sus poderes son de verdad, ya no es un ilusionista ni un mentalista (que para mí es lo mismo desde el punto de vista de que plantean “ilusiones” desde distintos enfoques), sino un “charlatán” (a no ser que sean ciertamente de verdad). Creará emociones, sensaciones o lo que quieras, pero no magia arte. No habría diferencia entre un iluminado líder de una secta o la emoción de la gente que les reza a los santos que hacen "milagros". Son otras cosas. Nuestro terreno es el arte. Esto es muy importante. Por eso la magia, desde mi punto de vista, no es magia "mística" o “esotérica”, lo que sí podría ser un apoyo, sino que es ILUSIONISMO; el arte de crear ilusiones y emociones mágicas. Si bien esas ilusiones son tan reales como lo son las emociones que producen y por tanto, sí es una “magia real” pues lo es lo provocado en el espectador, su reacción. Y eso, es real, creado a raíz de una ilusión real o la reproducción que un “fenómeno” que parece real a través de una ilusión.
Incluso este medio es el utilizado para inducir la idea metafórica, dependiendo de la intención.
Por otra parte, al realizar sesiones de magia formales e informales, incluso cuando no se hace alusión a la magia (es quizá sobreentendida), el efecto que se produce puede ser incluso mayor que al hacer alusión a ella. Pongamos el ejemplo de René Lavand con sus impactantes rutinas y que nunca hace alusión a la magia. Eso sí, a la ILUSIÓN. El público le puede atribuir una habilidad de jugador de ventaja o de experto conocedor, pero no de poderes mágicos y sin embargo es nada menos que una leyenda viva de la magia. Lo que sí reconoce siempre es que todo son ILUSIONES y que encierran secretos. Por eso quizá la barrera emocional que el público puede plantear es derribada y su entrega y por tanto reacción es mayor. La igualación humana con el público poniéndolos en el mismo nivel de asertividad y empatía, pero teniendo la batuta del acto. Cuestión de estilos.
Siempre se pueden buscar las condiciones más imposibles para un juego, pero si, por ejemplo, es evidente que la baraja está en la mesa y que no ha salido de la vista del espectador ¿para qué hacer aspavientos para exagerar esa inocuidad si es evidente y no se puede llegar a dudar? ¿es realmente esto un realce de la situación inicial? Quizá esa falta de exageración y “humanización” del fenómeno hace que sea incluso más fuerte (la potenciación de que nos interese la haríamos con otros medios: Claridad, autoconvencimiento, comunicación verbal y no verbal adecuada…conduciendo la mente del espectador) y sin embargo seguimos aplicando la teoría de las pistas falsas, pues sigue sin caber solución posible, salvo la de que hemos creado una ilusión.
Podemos llegar así a un punto intermedio o equilibrio entre la llamada magia “realista”, que hace alusión al método reconociendo que puede haberlo pero demostrando su imposibilidad, y la magia “ficcional”, donde no se hace alusión a la trampa pero es “claro” que no la hay y todo se mueve dentro de unos planos de ficción en el desarrollo de los hechos (aparentes medios reales pero que es imposible que sean en realidad la solución, como el ejemplo del cigarrillo flotando en humo)(…)
cartoilusionismo.com
Hola Manu. Gracias por honrarnos con tu presencia en este foro. En tu artículo has abierto varios frentes interesantes, cada uno de ellos merecedores de un debate en sí mismo.
ResponderEliminarMe ha gustado especialmente la alegoría del túnel Málaga-Buenos Aires. ¿Qué hubiera pasado si, antes de cruzar el túnel, hubiéramos recogido a un autoestopista vestido de blanco que se hubiera identificado como mago y que, justamente antes de adentrarnos en el túnel, hubiera chasqueado los dedos diciendo que íbamos hacer un viaje imposible? ¿Sería mágica ahora la sensación de encontrarnos en Buenos Aires? ¿Sería más fácil o más complicado intentar encontrar una explicación plausible de lo ocurrido? ¿Cómo cambiaría la experiencia?
Espero verte pronto para charlar de éste y otros temas.
Un abrazo.
Mariano
Que tal!
ResponderEliminarPues ese sujeto ya nos proporciona una causa para lo ocurrido, si asociamos el chasquido a lo ocurrido. Cambiaría la sensación pues ya no es algo que no tiene ninguna causa, sino que recaería sobre él; Si se ha identificado como mago-artista y le dice que va a vivir una experiencia, creando una estructura dramática y una atmósfera, la sensación sería quizá mágica. El mejor juego de su vida. Si no, un truco muy bueno. Si no sucediese esto, seguimos en el terreno de lo paranormal, con una causa extraña, no del arte.
Estoy de acuerdo. La presencia del mago y su gesto mágico son los catalizadores que convertirían la experiencia en mágica.
ResponderEliminarGracia Manu por compartir este artículo, yo me pregunto sobre la Magia Ficcional ¿Es posible no hacer alusión a trampa alguna?
ResponderEliminarEs que entonces, por no poder, no podemos dar ni a mezclar ¿No?¿Porque damos a mezclar, sino para verificar la falta de un órden preestablecido?
Yo ese plan lo veo pelegrino, Paco. (Mariano dixit)
Rubiales:no creo que se de a mezclar para verificar la...... sino para que el espectador descarte de su mente un orden establecido.
ResponderEliminarEn juegos de nemonicas no "damos" a mezclar y ¿acaso no esta descartada de la mente del espectador algun tipo de orden?
La magia ficcional no es la panacea. Es un concepto opuesto y provocador que se opone a la magia tradicional "realista" y sirve para cuestionarnos algunos aspectos de la misma y, en el mejor de los casos, mejorarla de algún modo, dándole una nueva dimensión.
ResponderEliminarSe puede dar a mezclar con un pretexto distinto al de demostrar que no hay truco u ordenación.
Se puede decir por ejemplo que queremos que el azar decida el juego o que el espectador debe dar su impronta a la baraja con su mezcla.
De ésta forma el espectador analítico es consciente de la mezcla (aunque no se trague la ficción) mientras que el el espectador menos analítico acepta tales explicaciones sin suscitarle necesariamente el concepto de truco o baraja ordenada.
Miguél Gomez coloca la baraja cobra (la que se corta sola) sobre un vaso de cristal. Y no dice coloco el vaso para que veáis que no hay imán bajo la mesa, ya que el vaso separa la baraja de la misma.
Lo que dice es que el vaso va a albergar un espíritu y que éste va a actuar de algún modo. O sea plantea una ficción pero al mismo tiempo crea un STOP* sin decirlo explicitamente.
El espectador que se deja llevar flipará con la idea de espíritu o energía mientras que el analítico se joderá al ver que el vaso le destruye su hipótesis del imán.
A cada uno lo suyo.
Los dos enfoques son compatibles.
* Con el término STOP me refiero aquí al concepto tamariciano de demostrar que no se usa una determinado método o solución para lograr un efecto.
Para llevar a los espectadores a un mundo ficcional, todo ha de hacerse, sin hacer alusión alguna a la trampa y se ha de crear una atmosfera apropiada.., que no en todos sitios es posible. (Niveles de visión, ruido, cultura, sensibilidad, etc...)
ResponderEliminarLo que la hace muy difícil, sino imposible de llevar a cabo.
Yo prefiero la magia "realista" donde el mago llega con sus trucos y nos golpea una y otra vez en la razón, descolocando nuestro mundo y sus leyes con técnicas artísticas.
Me gusta la magia como Arte y para ello ha de tener sus técnicas, teorias, etc... y el espectador debe ser consciente de ello, aunque no logre verlas.
Querido Rubiales,
ResponderEliminarYo también prefiero la magia "realista". Me gusta fundirle los plomos al 100% de los espectadores y ésta fue mi primera motivación a la hora de comenzar a estudiar teoría.
Me encanta reventarle la lógica al profano y romperle los esquemas.
No me tomo la teoría de la magia ficcional como una meta absoluta, sino como una serie de principios que pueden mejorar o completementar mi magia realista.
Todos podemos ser ficcionales incluso sin pretenderlo, simplemente por elegir una presentación que encaje en los requisitos de ficción.
Y es tu caso, por ejemplo, en el juego de "Los dados mandan". Ahí tienes pocas o ninguna referencia al truco, solo la seductora posibilidad imaginaria de que unos dados puedan regir la identidad de unas cartas. Hermosa e irresistible ficción.
Porque esa es otra ventaja de la ficción, que estimula tanto tu imaginación que apenas te apetece pensar en método o truco mientras la presencias.
Un saludo.
Mariano Vílchez
Amén compañero!
ResponderEliminarBueno, yo sigo buscando, desde mi punto de vista, el equilibrio de entre concepciones: ni el secretoe está siempre presente y sí se pueden presentar planos ficcionales pero no absolutos. Aunque parezca que no, creo que ambas concepciones pueden complementarse.
ResponderEliminar¡Saludos!
Observo que deambular por el laberinto generado por el insoluble conflicto Magia-Truco induce a establecer nuevas categorías que conducen siempre al mismo punto. En este caso se trata de la magia-arte, otro intento de meter el ilusionismo dentro del campo de la magia auténtica. El conflicto no existe si la semántica del lenguaje se respeta: R. Lavan es una leyenda del ilusionismo, pero no es nadie dentro de la magia. El efecto del tunel que cambia la estructura espacio-temporal racionalista es una magia conocida por los magos antiguos, pero por supuesto, no es ilusionismo. Es llamarle al pan pan, y al vino vino. Asi de claro y asi de simple.
ResponderEliminarCiertamente. Por eso en el texto se plantea:
ResponderEliminar"Y podemos mantener una dualidad en la palabra magia como la sensación o emoción que se crea en el espectador al no haber solución posible a lo presenciado o como la causa que asignamos al fenómeno diciendo que ocurre gracias a la magia"
Lo que propones es el nombre de la causa. La magia real. Pero nos referimos al decir magia, a la emoción producida. Por ello sería producir "magia" a través de ilusiones o ilusionismo.
No creo que la magia-arte sea un intento de meter al ilusionismo dentro de la magia auténtica, si bien si es auténtica la emoción que produce o la que se pretende. Por lo menos desde mi punto de vista. De hecho, parte de la idea de la cotidianidad del actuante como parte de la naturalidad de la que parte su magia, como el propio René Lavand que nunca se refiere a la magia (en las charlas suelo comentar esto y volvemos al equilibrio entre concepciones).
¿Es más fuerte el efecto que parte de la ilusión o el que parte de un mago con poderes preestablecidos y "desnaturalizado" por ello? No lo sé.
Estoy de acuerdo en llamar a las cosas con su nombre. De ahí, cartoilusionismo. Aunque mi concepción de este varía de la común.
Abrazos