EL PÚBLICO ANTE LA MAGIA
Un artículo para el público, que también pueden leer los magos.
Por Manu Montes
EL ARTE MÁGICO
Muchas veces dentro del mundo de la magia se olvida que nuestro arte va dirigido al público. Es más, está creado y pensado para él. Sin público no tiene razón de ser ni de existir. Entre “magos” nos hablamos en nuestra jerga y de nuestros métodos, de la técnica y del oficio, del mercado y de la novedad, pero como en cualquier arte que tiene su extenso mundillo interno y todos los que en el “habitan” comparten su pasión, afición y oficio. Es normal y necesario.
Pero en el arte en general, y la magia en particular, el primer pensamiento que debiera ocupar la preocupación de un aspirante a “emisor de puertas a otras realidades”, es el receptor de estas, o más aun, quien las abrirá en su mente para nosotros: el público, el espectador como individuo y el público como ente.
Normalmente la forma de pensar del creador es a partir de sí mismo y de su obra. Empieza su labor con el germen de “una técnica o idea” y poco a poco va dándole forma y construyéndola, buscando la forma de que, en el mejor de los casos, llegue hasta el espectador, hasta su comprensión. Y en ese proceso creativo de dentro hacia fuera, con suerte la IDEA DE MAGIA puede surgir y cubrir de más nuestras expectativas a veces ni intuidas.
Pero ¿y si partimos de la idea a transmitir directamente, de nuestra idea de magia? Hasta ahora estábamos delante del espectador para crear, viéndole de lejos. Démosle la vuelta a todo y pongámonos detrás del espectador, junto a él. Ahora extendiendo los brazos, cojamos nuestra pieza artística (nuestro juego de magia) y traigámoslo hacia el espectador (todo metafóricamente, claro). Entonces creamos lo justo y necesario para formar ese puente desde fuera hacia adentro, o desde antes (o entonces) hasta ahora, estando siempre presente la magia que queremos transmitir.
Es como estar dentro de una esfera de interrelaciones y donde por unos momentos la conexión con el público produce la posibilidad de encontrar una puerta a la otra realidad.
Porque MAGIA no es el juego de manos o de ingenio, ni una ilusión, es la “otra realidad” que por un momento somos capaces de percibir a través del asombro, la emoción del misterio, como emociones asociadas. Y esa es la puerta que el espectador abre en su mente y de la cual, así podremos girar la llave. Es, por unos momentos, el percibir una realidad paralela de ensueño donde todo es posible y que todos, si quieren, pueden llegar a percibir.
LA MAGIA PARA EL PÚBLICO
La idea de magia e ilusionismo como entretenimiento infantil y como desafío es ya algo caduco. El público que hasta ahora siempre ha visto a los magos, en el mejor de los casos como hacedores de ilusiones, empieza a entender que eso no es arte mágico en realidad.
La responsabilidad de un artista, de ponerse delante de un público y ofrecer su arte y a sí mismo, no es poca. Requiere años de preparación, estudio, ensayo y comprensión. El mago normalmente es autodidacta porque generalmente no existe un sistema de estudio reglado (salvo excepciones), y el único examen posible es ponerse delante de nuestro público. Y eso se percibe. Y el público, agradecido, debe responder.
Nos referimos al público que realmente va a ver una actuación de magia, no al que se sienta a ver “qué hace este” o “a ver si le pillamos un truco”. Porque esa visión viciada y del pasado debe renovarse con la renovación de la magia y la renovación del mago.
Y este público “sabe” que está ante algo distinto y deja abrir sus sentidos para vivir la experiencia. Un público en teatro, por ejemplo, no ve actores y decorados. Ve una historia que vive, se recrea y aprende de ella. No piensa “mira estos que me quieren engañar diciendo que son reyes…”. Y sigue las normas del teatro. En silencio, en atención, sin hablar y aplaudiendo como recompensa al esfuerzo, aun cuando no nos ha gustado.
La magia tiene sus propias normas y según qué tipo de actuación y de magia. Y el trabajo del mago es hasta más duro porque él ejerce todos los “oficios” y se dirige a sí mismo. Es como rodar la película en directo, como crear sobre la marcha algo ya estudiado pero que en cualquier momento puede variar. La magia es viva y vive con el público, y este la va creando a la par que nosotros actuamos: la interactuación es constante en el acto mágico.
Y la misma gran responsabilidad que tiene el mago, ha de ser compartida por su público. Esto no es querer ayudarle. Esto es saber qué se está presenciando, y qué papel tiene (como en la obra de teatro). No estamos ante un “bufón” que nos desafía a no pillar sus trucos (¿qué trucos? Un mago presenta piezas compositivas), ni ante unas simples ilusiones que entretienen, aunque así sea. Está ante una experiencia artística del mayor nivel. Aunque claro, esto depende del mago. No de lo bueno o malo que sea, porque eso es otro tema, sino que sea capaz de transmitir su arte. Si su arte es pobre, aunque lo haga bien, difícilmente guste. No arte de divertido, sino como medio de expresarse a sí mismo y a su mundo, al mundo. Y al hacerlo a través de un arte interpretativo, ha de entretener y divertir (aunque sea con drama): “Los públicos perdonan un fallo. Lo que no perdonan es el aburrimiento. René Lavand”.
Y siendo consciente de su papel, el público gozará con la magia como pocas veces podrá hacerlo. Y llegará incluso a ser consciente de que esta realidad no es absoluta y que no solo podemos soñar algo más, sino que a veces y gracias a nuestro mago, podemos palpar y sentirlo. Y nuestro devenir por este mundo se verá renovado.
Gracias al público por estar ahí.
LA REALIDAD MÁGICA
ResponderEliminarNo doy crédito a lo que acabo de leer: El Mago como “emisor de puertas a otras realidades”, que parte del objetivo de “trasmitir la idea mágica” penetrando en una “esfera de interrelaciones” donde la conexión con el público “produce la posibilidad de encontrar una puerta a la otra realidad”, porque “Magia es… la Otra Realidad”: Estamos hablando de Magia en un foro de ilusionismo. ¿Estaré soñando?, porque ya son dos en menos de una semana.
Una magia que ha atravesado ese ilusionismo infantil y caduco, basado en trucos que ya todo el mundo conoce, para atreverse a plantear su verdadera naturaleza: El viaje iniciático a esas otras realidades que unos llamaron el Otro Mundo, otros el Ángel del Abismo, C. Jung el Inconsciente Colectivo, donde germinan los mitos y los dioses que los protagonizan, P. Harpur la Realidad Daimónica, el Mundo de las Ideas de Platón, el Corazón del Cielo de los antiguos aztecas, aspectos de esa Realidad Mágica contenida en el Alma del Mundo, personificada en la Princesa Durmiente de los cuentos feéricos, esperando que el príncipe del Reino Futuro la despierte de su pesadilla racionalista.
Totalmente de acuerdo. Gracias por este clarificador y estimulante artículo.
ResponderEliminarUna observación:
ResponderEliminarNo todos estemos preparados para filosofar con éxito... Lo más "experimentados" (Luis García) puede que sí. Los menos "experimentados" no.
Si filosofamos (mas bien elucubramos) en exceso, sin ser plenamente consciente de algunas ideas aun fundamentales o olvidarnos de ellas, podemos correr el riesgo de envenenarnos en nuestras propias ideas (¿Cómo el Maestro Ascanio en su última época?) y pasar el tiempo escribiendo una novela que solo a nosotros nos podría gustar con el título de "Mi propia concepción mágica".
Saludos a todos.
PD: ¡Y que viva el onanismo!
Qué tal
ResponderEliminarBueno, quizá más que filosofar o elucubrar, que siempre es necesario, se trata de compartir ideas y opiniones para que todo el mundo genere las suyas y cada uno cree su propia concepción mágica.
Creo que cualquiera puede entender estas cosas, o si no es fácil documentarse.
Uno de los mayores errores, a mi entender, de hoy es que no suele haber concepciones mágicas personales. Y conseguir una personal ya sería un gran logro.
Está claro que hay que llegar a los demás, sino la magia tiene poco sentido. Pero el objetivo principal, por lo menos en mi caso, no es gustar a toda costa, sino la MAGIA y su mensaje, diseñada para un público. Y está deberá ser lo suficientemente atractiva para gustar, sugerir y emocionar, como partte de l cosntrucción, no del objetivo, o como reacciones "envueltas" en el objetivo.
¿Es eso envenenar? ¿O no más bien no querer ir más allá y el conformismo y autojustificación por ello?
Gracias a Ascanio hoy estamos donde estamos, aunque a algunos no lleguen a verlo. ¿Por qué tenía que "gustar" a los demás si estaba muy por encima de muchos? ¿Quien obliga a eso? Solo faltaba eso.
Gracias por los comentarios; sobre todo por los que aportan algo.
Saludos!
Pensar y tener ideas propias nunca puede ser veneno.
ResponderEliminarLa magia seria mas digna como arte si hubiera más magos con "su propia concepción mágica". El problema es que la gran mayoría no la tiene.
ResponderEliminarEl público adulto ante la Magia (quizás me equivoco, pero lo digo cómo organizador) se retrae bastante a querer ir a una Gala, no quiere decir que no disfrute o no le guste, pero necesita ir acompañado del justificante de los niños, bien sea hijos, sobrinos, nietos.
ResponderEliminarSe ha ubicado la Magia con una característica demasiado infantil (que no quiero decir que existan espectáculos de Magia Infantil muy dignos), pero comparando con otras artes, música, teatro, cine. El adulto siente un grado de incomodidad o echa en falta encontrar un espectáculo que vaya más allá de la realización de un imposible racional y el asombro, que trascienda en contenido social, en sentimientos, emociones, conflictos, colorido, belleza que no sea más de lo mismo, con un encasillamiento de materiales y continente, sin contenido, manido y repetitivo.
En ocasiones he oido comentar, ¡otro sacándo palomas!. Que conste que a mí me encanta ver a un Arkadio, pero si el que actúa no va a llegar a un nivel similar, comprendo esta expresión, ya que se trataría de ver otra vez la misma pelicula o la misma obra de teatro, o el mismo concierto. Necesitamos de más originalidad, incluso en lo que significa la interpretación de un clásico, que aunque en esencia merezca la pena conservar y admirar, hay que dotarlo de conceptos novedosos.
De esta manera existirá un público adulto que no necesite ir acompañado de la familia de corta edad.
Saludos
Muy acertado. La magia clama por un cambio...
ResponderEliminarEs la falta de concepciones mágicas lo que provoca el hecho que Pacogalo denuncia: la consideración por parte del público de los espectáculos de magia como algo infantil, aburrido y sin interés y es precisamente la aparición de trabajos, como la experiencia mágica, de Manu Montes los que ponen en valor la magia elevándola de ese nivel de postración en la que se encuentra.
ResponderEliminarCree el onanista simplón que todos son de su condición. Hay que ver el esfuerzo que les cuesta a algunos el simple hecho de pensar, y no digamos plantear una idea que aporte algo más allá que la demostración de su propio vacío mental.