...que preguntaste algo a un espectador y su respuesta de verdad te importó algo?
Como si esa respuesta hubiera podido cambiar algo de los planes del mago, como si hubiera podido afectar de alguna manera al resultado, como si hubiera podido aportar algo a la experiencia que estaba teniendo lugar.
¿Cómo es tu nombre?... ¿Cómo decías que era tu nombre?... Paco ¿no? Luis, Luis, eso! Por favor di alto cuando quieras... ¿Podrías señalar a un espectador cualquiera?... ¿Usamos la baraja azul o la roja?... ¿Prefieres las negras o las rojas?... Por favor, ¿Podrías nombrar una carta de la baraja?… Elige un número cualquiera entre el 1 y el 52, no importa, cualquier número, de verdad, no me puede importar menos el número que escojas…
Últimamente estoy pensado en la cantidad de cosas que preguntamos (pregunto) a los espectadores y lo irrelevante que es para nosotros (mi) lo que contestan, ¡nos importa un bledo! Parece que la mejor razón que tenemos para preguntar algo a un espectador es para generar la ilusión de que ellos han podido en algún momento afectar a algo de lo que va a pasar (cuando sabemos que en realidad no). Casi nunca les preguntamos porque nos interese ni siquiera un poco lo que tienen que decir (un poco pobre ¿no?). Para el planteamiento de la mayor parte de la magia que presentamos, da igual si el espectador que tenemos delante es una persona culta, sabia o ingeniosa, el ser humano con el bagaje más interesante o un "pescao" medio hervido. Algunos reaccionarán mejor que otros pero lo que va a pasar es básicamente lo mismo (o eso es a lo que vamos nosotros). Creo que en general nos llevamos muy poco de los espectadores con nosotros a casa, entre otras cosas porque no dejamos sitio para que pongan nada. Me da la sensación que nos estamos perdiendo muchas cosas por el camino.
Pero hay excepciones, por ejemplo en la magia para niños. Si ves un show de un buen mago infantil te darás cuenta rápido que el show lo hacen los niños, los niños son el show. Los buenos magos infantiles (¡que en España tenemos unos cuantos!) dejan que los niños tengan una participación activa (¡los niños que les interesan claro!), que tomen parte, de ellos también depende realmente el resultado de lo que va a pasar y pueden afectar a la experiencia de todos. La participación de un niño como espectador en un show de magia puede grabarse en la memoria de los presentes (incluso del mago) para siempre.
Recuerdo muy bien un show de David Williamson que vi en Uppsala hace uno o dos años (ya lo conocéis pero sobra decir que para mí David es uno de los showmans más potentes, uno de los técnicos más finos, de los magos más conocedores, de los tíos más majos, de lo sabios más humildes…). Él presento la clásica rutina de mentalismo en la que cinco espectadores dibujan algo en cinco pizarras y el mago tiene que descubrir los autores correspondientes. Para conseguirlo tendrá que observar y analizar cuidadosamente los dibujos y a los propios espectadores. La rutina fue divertidísima, él sacó un partido enorme a cada espectador (no en vano es también uno de los magos infantiles mejores que conozco). Pero nunca olvidaré el momento en que todos descubrimos (el primero David) que la bonita y delicada chica sueca, la única mujer entre los espectadores, era la que había pintado la polla peluda en la pizarrita para tratar de confundir al mago. ¡¡Fue Fantástico!! Ella estuvo fingiendo todo el rato y cuando fue descubierta sonrió con la sonrisa más malévola que os podáis imaginar. Esa chica cambio el resultado de la rutina y afecto a la experiencia de todos (La rutina lo permitía y David la dejo sitio para hacerlo)
David actuando (¡la niña no es la chica de la pizarra!)
De hecho recuerdo a la perfección los cuatro shows y la conferencia que David hizo en el festival de Uppsala. ¡Como para olvidarlos!
Así que eso intento hacer más ahora, preguntar cosas cuyas respuestas me importen. ¿Cómo les va a importar a los espectadores lo que les pregunto si a mí no me importa lo que me contestan?
¡Gracias por leer!
Menos mal que se empieza a reconocer que los "guiones" de magia y su conexión con el espectador son una soberana estupidez. Igual para el siglo que viene empiezan a aproximarse al "ala radical", si es que hay siglo que viene, porque la ignorancia es una plaga que puede acabar con la humanidad, sin que el universo se inmute lo mas mínimo
ResponderEliminarMe alegra mucho que lo hayas leído Luis y que al menos no te parezcan tonterías. Al escribir el artículo tuve presente tu concepto del forzaje inexistente donde la decisión de un espectador sí importa y afecta realmente a la experiencia que va a tener lugar.
ResponderEliminarDiscrepancias aparte, como otros muchos creo que tu trabajo es una fuente inspiración inagotable para los que quieren buscar. Aprovecho la ocasión para disculparme de mi tono en del intercambio de opiniones de hace ya un tiempo.
Esperemos que la ignorancia no impida a la humanidad arrastrarse al siglo que viene, lo ideal sería no llegar a él arrastrándonos pero eso ya va a ser más difícil…
Pipo