Me gusta jugar con las presentaciones. Creo que es uno de
los aspectos de la magia que más me permite expresarme. No entiendo la
presentación como un parche (como ocurre tantas veces), me horroriza oír cosas
como: “El juego es raro, pero con una buena charla puede estar bien”. El efecto
y la presentación son una misma cosa. En el momento en el que uno se construye
para darle sombra al otro, la estructura se cae.
Por eso me gusta trabajar en la presentación. Me hace
trabajar en las estructuras, encontrar nuevos efectos, nuevos acercamientos a
lo que quiero decir, nuevas formas de expresión. Y como, a pesar de ser muy
disoluto, me gusta tener ordenadas ciertas cosas, pienso en las estructuras
presentacionales como si fuesen técnicas. El concepto es uno, el origen de lo
que quiero contar, pero el cómo lo cuente, qué fórmula utilice, modificará
sustancialmente el tipo de efecto y lo que perciba el público.