lunes, 23 de mayo de 2016

NUEVOS ENFOQUES DE LA ACCIÓN ESCÉNICA - por Paco González


Son múltiples y de variada condición las motivaciones que pueden impulsar al ilusionista en su actividad artística. Desde mi perspectiva particular, siento el arte de la magia como un continuo proceso de aprendizaje cognitivo en el que la realidad se muestra así misma fuera del espectro limitado de la nomotética. Este prisma filosófico se sustenta en el anhelo primitivo, íntimo y profundo de experimentar la naturaleza sagrada, escurridiza, dinámica y cambiante de dicha realidad. La magia es un modelo de transgresión cultural basado en una interpretación caleidoscópica y alternativa de determinados hechos en los que las leyes naturales conocidas por el hombre son alteradas intencionadamente. Es de capital relevancia comprender que, a pesar de los prejuicios castrantes, propios de la ignorancia de una sociedad arrogante como la nuestra, la taumaturgia se manifiesta en un estrato del conocimiento que no se corresponde con el que genera nuestras cuestionables concepciones paradigmáticas. Por ello, incapaces de tornar a un estado matriz de la mente, atrapados en el enfoque excluyente y delimitante de nuestros prototipos ideológicos, negamos cualquier forma de manifestación de la realidad que no se ajuste a la visión parcial del academicismo oficial. Esta inhabilidad perceptiva nos impide comprender la idiosincrasia de culturas lejanas y ancestrales; sociedades cuyos ritos y actos mágicos no pueden ser escrudiñados por el empirismo cientifista en función de mutaciones externas y objetivas. Nada delata a ojos del no iniciado evidencia alguna de tal tentativa de índole ritual. Pero el payé o chamán que vuela a mundos inefables no puede trazar a su regreso ningún itinerario físico, ni traer consigo fetiches de su periplo extracorpóreo. Por otro lado, el cúmulo de hipótesis que se aventuran a situar al Otro Mundo en la psique, en un espacio físico (objetivamente ubicable), en una dimensión desconocida o en un paraje onírico, marcan la línea de una tendencia tan delirante como la huera pretensión de situar nuestro planeta sobre un punto concreto en el inconmensurable mapa del vasto océano cósmico. No obstante, hemos de destacar que todas estas cuestiones carecen de sentido dentro del contexto social de las culturas primitivas, que no se encuentran circunscritas al sistema conceptual de opuestos vigente en Occidente, un sistema en el que términos como cuerpo u objeto real, por poner tan sólo un ejemplo, son la antítesis de otros como alma u objeto imaginado. La cosmovisión de las comunidades tribales está compuesta por múltiples esferas de la realidad que se conectan constantemente revelando nuevas formas creativas de expresión de la naturaleza. Entonces, el origen de un fenómeno no se encuentra ya dentro o fuera del sujeto, no es real ni imaginado, no se haya ni en la psique ni en el mundo físico de las cosas conocidas por los sentidos, no se sitúa en remotas dimensiones sobrenaturales ni en entrañas de bosques vetustos. En el mismo espacio, cohabitan el animal físico y el mitológico, el morador humano y los espíritus guardianes de ríos, cavernas, rocas o árboles. 

Traspasar este umbral ignoto de la naturaleza dentro de los márgenes de un acto ilusionista es participar de la exuberancia creativa de la suma de todos los mundos existentes, la expansión sensorial que revela su ilimitada capacidad de aprehensión. El espectador que acepta este nuevo enfoque temporal de su mirada es convertido ahora en el explorador interior de su propia conciencia; un peregrinaje emocional repleto de vicisitudes y pruebas que éste ha de superar para llegar a ser quien es en verdad. Esta acción escénica a la que denominamos ilusionismo, vehiculizada desde la singularidad del sentido expuesto anteriormente, es objeto de estudio de una nueva concepción estructural de la magia. 

Sabemos que el dominio profundo y pormenorizado del sofisticado corpus técnico y teórico del ilusionismo tiene por finalidad la creación de un evento extraordinario que invalide parcialmente las convicciones racionales del espectador. Esta clase de acto artístico, canalizado de forma adecuada, puede generar estados alterados de la conciencia que complementen su experiencia vital y espiritual, niveles de acrecentamiento sensorial que varían en función de distintos 
factores relacionados con el grado de abstracción, implicación, predisposición y participación de cada cual. 

En el interior de diversas cuevas con arte rupestre franco-cantábricas se encuentran un tipo de representaciones pictóricas que han despertado la fascinación, curiosidad e inquietud de especialistas de todo el mundo en el campo de la antropología y la prehistoria; manos pintadas en positivo o negativo sobre la superficie de la roca cavernaria. Aunque existen muchas conjeturas actuales en relación a este asunto complejo, la mayoría de los investigadores coinciden en la idea de encontrarse ante el hallazgo de vestigios rituales de carácter mágico religioso. El cantor que descendía la garganta oscura de la gruta penetraba la gélida pared de piedra, la frontera entre el orbe físico y el sobrenatural. Quiénes eran los iniciados que dejaban constancia de su arriesgado viaje espiritual y cuáles fueron los motivos que los llevaros a plasmar sus manos en la piedra, sigue representando la piedra angular de un enigma cuyas respuestas parecen haberse perdido, ya para siempre, en la espesa bruma de los tiempos. De algún modo, el espectador que opta por involucrarse emocionalmente en los juegos místicos del mago, también ha de ser consciente de ese confín sutil que lo separa de la región del alma ígnea, ha de posar las palmas de sus manos en la pared de piedra y cruzar al otro lado. Al fin y al cabo, el poder verdadero del ilusionista no es otro que convidar a su audiencia a atravesar sus propios límites mentales. 

2 comentarios:

  1. De nuevo acierta Tertulias al continuar en una línea de investigación transgresora, que en definitiva es “una nueva concepción estructural de la magia” como nos dice Paco González en su lúcido artículo sobre la “Acción Escénica”.
    De hecho, las “Líneas Escénicas” compuestas de “Flechas metafóricas” son una de las formas estructurales de esa Acción de la que PG habla.
    Nunca pensé que el hecho de destacar algo tan evidente como que todo juego de magia oculta una idea metafórica, que es la que el juego pretende expresar, ocasionara tal revuelo intelectual.
    Ese modelo de dos realidades, una la racional establecida por el “academicismo oficial” y “El Otro Mundo”, que Patick Harpur llama “Realidad Daimónica”, sirve como punto de partida. De hecho, el objetivo del ilusionismo ya era “invalidar las convicciones racionales del Espectador” en los orígenes de la Escuela Mágica de Madrid, motivo por el que me atrajo, y motivo por el que me fui, una vez que ese objetivo dejó de ser su esencia, para finalmente ser desechado.
    Ahora bien, dejando a un lado las cuevas reales o metafóricas, que tanto juego dan para excitar el pensamiento, es imprescindible dar el siguiente paso, que indirectamente PG llama “juegos místicos”, un tipo de experiencia que nosotros mismos practicamos y finalmente abandonamos cuando llegó el momento.
    Este paso es llegar al convencimiento de que llamada realidad oficial, no es mas que el producto de una construcción mágica, diseñada por magos, de un tipo al que nosotros no estamos habituados, que buscan el dominio, es decir, magos que sirven a una élite que es la que construye esa realidad ficticia que algunos llaman “La Matrix”.
    Por tanto, el paso ineludible a todo el que se adentra en los misterios de la magia, es salir de esa Matrix que solo es un decorado en el que todos nos movemos como si fuese la realidad.
    Así pues, tenemos tres mundos, La Matrix, La Verdadera Realidad (en la que viven los llamados pueblos primitivos, por ejemplo) y la Realidad Trascendente o mundo Metafórico.
    Y este es el trabajo en el que estamos, de momento en solitario.

    ResponderEliminar
  2. Muy buenas Luis!! Te agradezco enormemente tus palabras, de verdad!!

    La magia es un potente modelo de transgresión cultural que cuestiona la idiosincrasia paradigmática de la sociedad contemporánea. El ritual alquímico, inherente a toda acción escénica, es la manifestación de una memoria milenaria que entra en conflicto con los intereses particulares del poder establecido. A pesar de ello, el Ilusionismo Ritual constituye un poderoso acto de sintonización mental entre el practicante y una dimensión desconocida de su propia naturaleza; naturaleza capaz de revelar aspectos transformadores de alcance ilimitado.

    En el próximo artículo quiero profundizar en tres aspectos decisivos en el desarrollo y concepción de la acción escénica: el juego (rito), el espacio sagrado (zona de invalidez racional y apertura cognitiva) y la imaginación (poder creativo).

    Como no es igual “el mundo desde el que se habla” que “el mundo del que se habla”, sigamos dotando de nuevos significados la experiencia emocional del rito alquímico que nos muestra los infinitos planos expresivos de un mundo desbordante del misterio inefable que da sentido a la vida.

    Sigamos pues, amigo Luis, recorriendo este camino transformador en busca del arcano que abra las puertas de la conciencia.

    Por ello, fuerza, valor y un abrazo inmenso!!

    Paco González

    ResponderEliminar