La causalidad en la Magia: A Efectos mágicos, causas ilusorias
Retrocedamos a mediados del siglo XIX, Francia. Estamos sentados en una de las primeras filas de un teatro victoriano reservadas a la realeza (puestos a imaginar…) viendo una función de física recreativa (así se llamaban a las sesiones de ilusionismo) cuyo anfitrión es, nada más ni nada menos que Robert Houdin, padre de la magia moderna. El acto llega a su fin con la ilusión más esperada por los asistentes: “El Naranjo” (nota 1). Tras la finalización del mismo, no se oyen aplausos, sólo un leve murmullo de los asistentes. En la fila de atrás hay una mujer que pregunta a su acompañante -“¿Cómo lo ha hecho?” “No lo sé, querida. Debe de tener poderes”– le responde él.