LA DECISIÓN DE HACER MAGIA II
6. LA EXPERIENCIA MÁGICA
Una vez que se produce, la intensidad y alcance de la experiencia mágica es impredecible: puede alterarnos radicalmente la vida o bien olvidarse en poco tiempo.
La experiencia mágica irrumpe en el instante en que el espectador admite la posibilidad de “lo Mágico”. La descripción racional que pudiera tener acerca de la magia queda anulada por la propia experiencia. Ha salido, siquiera un instante fuera de sus límites.
Ahora bien, para que la Magia se muestre al espectador, el mago tiene que creer en ella: no creer simplemente, tiene que creer, porque si la magia no es una posibilidad real, todo efecto mágico ha de tener un truco (aunque este truco sea la forma de llamar a nuestra ignorancia), y la noción del truco anula cualquier efecto mágico transformándolo, en el mejor de los casos, en una simple ilusión.
Si el mago no acepta que la Magia entre en su vida, jamás podrá provocar en el espectador la experiencia mágica. Quizá, con una técnica adecuada, podría llevarlo hasta el umbral del misterio (y esto sólo accidentalmente). Pero una vez en ese punto no sabrá qué hacer; y cuando el espectador, posiblemente aterrorizado, pregunte si hay o no hay truco, el mago, asustado a su vez, sólo podrá retroceder y regresar de la Magia a la Razón, que le obliga, como un riguroso juez interior, a negar toda posibilidad de existencia a la Magia Real: conténtate con tus jueguecillos y no pretendas salir del círculo que yo te impongo. Yo soy lo único verdaderamente real y todo lo demás es pura fantasía.
Fiel a esta poderosa voz interior, recurrirá incluso a supuestos valores éticos para desvelar el truco con objeto de tranquilizar al espectador. Pero no es un problema ético con el que se enfrenta. Ni la respuesta afirmativa ni la negativa son aquí válidas. Al espectador se le ha mostrado el Misterio, se le ha inducido la alucinación de “lo mágico”, y en definitiva, no pregunta cómo sino por qué. El por qué de su propia experiencia.
El juez interior ya dictó su sentencia.
7. YA NO HAY VUELTA ATRÁS
Por supuesto que para el espectador, el recurso al truco como explicación de su experiencia, ha dejado de tener sentido. Y desde luego, el mago es consciente que la transgresión ya se ha producido.
En este punto el espectador podría ser tomado con la voluntad y transportado, en una especie de viaje, al mundo de la Magia, si el mago asumiera realmente su propia experiencia mágica. Mago y espectador se reflejan mutuamente en la Magia, y si el Mago no cree, no podrá soportar la mirada del espectador y tendrá que “desilusionarle” aunque sea a costa del nuevo engaño de contarle su propia y falsa versión del truco que jamás convencerá al espectador.
No otra es la causa de que cuando el mago intenta demostrar al espectador crédulo que tal actuación es un fraude que el puede repetir por métodos racionales, el espectador molesto le responda “tu haces truco pero el otro no”. Es decir, “el otro es mago pero tu no”. Y tiene toda la razón.
8. EN EL NOMBRE DE LA RAZÓN
Cuando se decide llegar a la experiencia mágica, el problema ético carece de sentido. Cabe considerarlo antes de decidir hacer magia:
Se puede afirmar que la Magia es moralmente mala, como siempre han hecho y continúan haciendo, tanto la religión oficial, llamándola herejía, como la ciencia racional diciendo, que es un engaño, un fraude o elucubraciones ilusorias.
Se puede, en nombre de la Razón, creer que se tiene la última palabra en el trucaje de la realidad y afirmar que una sociedad en perpetuo desarrollo y crecimiento es posible, como si no existieran unas leyes físicas que lo impiden.
Podemos incluso, en nombre de la Verdad, desvelar el fraude de los pequeños trileros por el bien de la Gran Mentira establecida.
Pero todo esto no hace mas que alejarnos de la Magia. Y por supuesto, no somos mejores que el trilero. Porque no hay ningún principio ético en una forma de pensamiento que nos lleva, directamente y a sabiendas, a la catástrofe.
9. EL CERCO ES MÁS DENSO
El problema se desvanece en el acto de la decisión: una vez que se decide llegar a la experiencia profunda de la Magia, no cabe hablar acerca de los métodos que la producen ni de si es moral o no que se produzca. La Magia niega que lo racionalmente establecido sea la única realidad posible. Se encuentra más allá del bien y del mal definidos a conveniencia del sistema que la excluye.
Si a la Magia se le imponen límites, si se acota su efecto a lo conveniente, deja de ser Magia, y la Magia sería entonces lo que rebasara esos límites. Y mago quien tuviera el poder de traspasarlos.
Y es por eso que para nosotros, el cerco es más denso.
10. LO INESPERADO
Pero un día la Magia desborda los diques con los que la contenemos e inunda nuestros seguros reductos. Entonces sabemos, sin lugar a dudas, que nadie nos va a explicar el truco.
11. LA IDEA MÁGICA
Si la experiencia mágica se produce, la revelación del truco ya no tiene sentido, pues la conexión lógica causa efecto ha quedado rota por la propia experiencia. Es la intocable noción de causalidad la que se tambalea.
Por decirlo de otra forma. El truco no puede tranquilizar ya al espectador que lo percibe como fuera de su sensación y ajeno a su experiencia inmediata.
Si el espectador acepta la posibilidad de lo mágico, no es a causa de lo que ha visto, sino a partir de lo que se le muestra, de lo que se le dice desde detrás, desde el otro lado, desde la Magia.
Algo irreversible ha sucedido. Cual sea el truco carece de significado.
12. EL INIMAGINABLE FUTURO
Debo finalizar aquí. Ya no queda tiempo para pensar. Este trabajo, como todo intento de hablar de lo indecible, está condenado a la soledad. Pero era necesario, aunque soy consciente de no haberme expresado con suficiente claridad.
Aún a riesgo de confusión, he preferido no despejar el significado de algunos términos, así como usar otros, como magia, Magia, en un doble nivel de significación. Dejo a cada cual que decida la interpretación según su preferencia.
Por otra parte, tengo la sensación de que al fin se ha mirado al fondo del Problema. No quiere decir que el Problema halla quedado resuelto, ni siquiera definitivamente planteado, pero si que el camino hacia la Magia pasa por la superación de las cuestiones aquí propuestas.
Hay algo en lo que Mago y Espectador se identifican: ambos son sumamente vulnerables a la Magia, y en cierto modo, cada uno sueña secretamente con ser el Otro. Pero el Mago sueña desde el otro lado del sueño y sabe la imposibilidad de su despertar.
Y es en esta imposibilidad donde tiene que estar, precisamente, “lo mágico”.
ULTIMA REVISIÓN
Han pasado 30 años desde la primera redacción de este artículo y nada es lo mismo. Cayó el Muro que separaba los mundos y se elevaron otros más vergonzosos. Cayeron las Torres apagándose el último rescoldo de Géminis. Privadas de su componente mítico principal las democracias se sumergen en la corrupción y se mantienen por la impostura mientras la Libertad metafórica parece cada vez más lejos. El lenguaje agoniza y en consecuencia nadie se entiende y el Dios de los Ejércitos, responsable de la confusión, prospera en todos los panteones. La Guerra de la Oscuridad no ha hecho más que empezar.
Ahora el problema no es si la Magia tiene o deja de tener truco. El problema es que solo la Magia puede desmontar el Gran Truco que nos lleva a la destrucción.
Santiago, Luna de Noviembre 2010
Una clase magistral y madura llena de Magia pura y cristalina para quitarse el sombrero.
ResponderEliminarMe quedo con estas dos frases:
Hay algo en lo que Mago y Espectador se identifican: ambos son sumamente vulnerables a la Magia, y en cierto modo, cada uno sueña secretamente con ser el Otro. Pero el Mago sueña desde el otro lado del sueño y sabe la imposibilidad de su despertar.
Y es en esta imposibilidad donde tiene que estar, precisamente, “lo mágico”.
Ahora el problema no es si la Magia tiene o deja de tener truco. El problema es que solo la Magia puede desmontar el Gran Truco que nos lleva a la destrucción.