jueves, 1 de marzo de 2012

La magia y la esperanza - por Mariano Vílchez y Vicente Mustieles


De todas las jornadas de La Peza organizadas por Luis Arza, recuerdo una anécdota en particular que caló especialmente tanto en Vicente (cuyas ideas nutren por igual este artículo) como en un servidor que os hace de narrador.

Era un encuentro con Luis García en el que, entre otros muchos asistentes, estaba presente Pepe Almendros, asiduo y carismático tertuliano miembro del Círculo Mágico Granadino.

En un momento de la velada, Pepe le hizo a Luis una pregunta que dejó al personal fuera de juego por su frescura y atrevimiento.Luis acababa de realizar una de sus líneas escénicas, creo recordar que la que incluye la hermosa unidad de la bella durmiente.

Asimismo, acababa de explicar tanto la rutina como la metáfora principal que transmitía, acerca del sueño del mundo, así como de su paulatino y necesario despertar.

La complejidad de un sistema matemático perfectamente engranado, lo elusivo del lenguaje metafórico para la mayoría de los que allí nos hallábamos en aquel momento y lo tarde de la hora hacía que, llegados a este punto, muchos de los presentes nos sintiéramos bastante cansados y perdidos, amén del frío de febrero y el hambre reinante por haberse rebasado ampliamente la hora de la cena.

Fue entonces cuando Pepe Almendros, al finalizar la exposición, le formuló al maestro la susodicha preguntita. La hizo con lentitud, con el deliberado titubeo que busca las palabras exactas, un titubeo idiosincrático y amable inherente a la personalidad de Pepe y al que estamos acostumbrados todos los que lo conocemos.

-Luis… yo me pregunto…a ver… ¿no crees que… todo ese maravilloso sistema tuyo… a ver… no quiero que se malinterprete…. lo que quiero decir es…. no puede ser que…. en el fondo… esto no sea más que… una magnífica paja mental tuya?

El personal se quedó atónito, perplejo, petrificado ante lo que sonó como una impertinencia en toda regla. Por aquel entonces Luis tenía cierta fama de hosco, de cortante en sus contestaciones, sobre todo cuando estimaba que la pregunta era poco pertinente o suponía un error de base. El maestro infundía y sigue infundiendo un respeto reverencial

Por ello, varios de los presentes abrimos los ojos con sorpresa e incredulidad ante la osadía de la preguntita, a la espera de una respuesta cortante, de algún desaire o zarpazo del maestro.

Pero no fue así.

La respuesta de Luis García fue, por el contrario, bien sencilla, casi rayando la timidez.

Esbozó una tímida sonrisa y dijo:

-No. En realidad… yo sólo pretendo aportar… un poco de esperanza al mundo…

Recuerdo que miré a Vicente y que nos dio por reír quizá por el contraste cómico de la sencillez de la respuesta en relación con la que habíamos anticipado la mayoría de los allí presentes.



Con el tiempo nos dimos cuenta de que aquella respuesta no planificada había surgido del corazón del maestro, de su parte más inconsciente, siendo el concepto de esperanza una clave fundamental de nuestro arte… y quizá incluso de todas las artes.

Bastantes meses después me topé con una cita de Robert E. Neale que no deja lugar a dudas:

El trabajo real y el primer beneficio de la magia primaria es la esperanza. La plaga de todas las plagas es desmoralizarse. Sin esperanza, el ser humano no puede buscar la satisfacción, deja de funcionar y entonces, muere. Cuando no se puede encontrar la esperanza por otros medios, entonces la magia es esencialmente beneficiosa.

Y es que algunas visiones del propósito de la experiencia mágica en el fondo se refieren a este fundamental concepto.

Si se dice que la magia es para soñar, qué es soñar sino atisbar la esperanza de otras posibilidades en nuestra vida.

Si se dice que la magia es para ilusionarnos, ¿acaso no es la ilusión un aliciente esperanzador para seguir moviéndonos hacia delante?

Si se dice que la magia es volver a la infancia, ¿acaso no es éste estado un estado de total esperanza, donde todo es magia, sueño, juego fascinación y posibilidad?

En el trabajo sobre la magia metafórica y su estructuración en la evolución secuencial de la sesión de magia, expuesto en las pasadas jornadas mágicas de la posada en torno a Luis García y organizadas por Manu Montes (1), Vicente y un servidor expresamos algunas de las posibles formas mediante las que la magia podía servir a los espectadores.

Entre estas formas se hallaban las siguientes:

a. Ayudar al espectador a superar por vía metafórica algún límite o restricción personal debido a circunstancias o creencias inadecuadas.

b. Realizar metafóricamente algún deseo personal o universal frustrado.

c. Hacerlo consciente, siempre a nivel metafórico, de alguna realidad personal que ignora o no atisba a ver, pudiéndole suponer la consciencia de dicha realidad algún beneficio personal abriéndole nuevas puertas y posibilidades.

d. Transmitirle algún valor o idea en la que creamos personalmente y que suponemos beneficiosa para él.

e. Ayudarlo a salir de una situación, hábito o adicción mental que domina su vida, restringiendo su libertad, avance y expresión.

Si los observamos bien, en realidad, la mayoría de estos propósitos son de orden psicológico y psicoanalítico y además, de algún modo u otro, apuntan a traer un poco más de esperanza a la vida del espectador.

Pretenden generar la sensación de que no está todo perdido, que se puede CAMBIAR, que todavía existe la oportunidad y que siempre existirá pues en el fondo, aunque sea muy en el fondo, todos somos, por el simple hecho de ser humanos, esencialmente libres, libres de seguir imaginando y libres de seguir creyendo en la posibilidad de lo imaginado.

Algunos pueden pensar que estos propósitos son pretenciosos y quizás lo sean. Algunos incluso pueden pensar que estos beneficios son más propios de psicoterapeutas que de magos. Incluso se puede cuestionar sobre quiénes somos nosotros los magos para pretender tocar estas teclas tan íntimas del ser humano.

Para rebatir todas estas posibles objeciones, pongamos las cosas en su sitio:

1. Todas las artes (cine, novela, pintura, música…) pretenden de algún modo influir en el público, al margen de la belleza y entretenimiento que proporcionan. Esta influencia puede ser de muchas índoles: política, moral, ética, ecológica…

2. En el caso de la magia, hay que decir que ésta es, en cierto modo, más potente que otras artes, en el sentido en que puede hacer tambalear (y hasta desmontar) lo esencial de la mente consciente del ser humano, que es su racionalidad y su lógica.

3. No tenemos la pretensión de “curar” o “transformar” de manera determinante al espectador. Tan sólo aportamos un granito de arena o una semilla que él puede cultivar por su cuenta hasta hacerla fructificar o no.

Supongamos que en una sesión de magia jugamos con la idea de una fobia que restringe el desarrollo normal del espectador, por ejemplo el miedo a volar, siendo el caso que el espectador necesitaría volar con más frecuencia para alcanzar todo su potencial profesional tal y como lo desea.

En este caso podríamos diseñar una bonita sesión de magia en cuya 2ª fase (la fase del inconsciente personal) (2) realizaríamos, por ejemplo, el efecto que se describe a continuación.

Podríamos pedirle que escriba su fobia en un papel. En este caso escribiría en el papel “miedo a volar” o “miedo a los aviones”. Entonces, en algún momento de la rutina, haríamos una bolita con el papel, lo pincharíamos a un alfiler (3), le pediríamos al espectador que cogiera el alfiler y que lo acercara a la llama de una vela.

Entonces saldría una potente llamarada (por efecto de un papel flash) y, tras ésta, el espectador seguiría viendo la bolita intacta. Al abrirla, vería ahora que el papel está en blanco. Su fobia ya no estaría escrita en él. Habría desaparecido a nivel de efecto literal y, de algún modo, también a nivel metafórico, ya que la mente inconsciente del espectador podría vivir como real esa desaparición simbólica del problema. Además tendríamos a nuestro favor la simbología del fuego que habla de voluntad, fuerza y renacimiento.

Por supuesto que este ritual no garantiza que el espectador se cure de su fobia. Sin embargo existe así que la posibilidad de que así sea (tal como lo atestigua Luke Jermay, creador de la rutina, en ciertos casos) o, al menos, de que se produzca un cierto distanciamiento del espectador con respecto a ella.

En el peor de los casos, la rutina podría energizar al espectador que realmente quiera superar la fobia, dándole la energía necesaria para emprender algún vuelo determinante o quizá para acudir a un psicoterapeuta para enfrentarse al problema de una vez por todas y superarlo.



De todo lo anterior se deduce, si no necesidad imperante de adoptar algunos de los cinco propósitos citados previamente, sí al menos la de revestir nuestras presentaciones con ese tono optimista y esperanzador que abre puertas y posibilidades.

Nuestras presentaciones podrían, incluso, ser truculentas, dramáticas y hasta cierto punto oscuras pero en todo caso culminarían con algún motivo positivo que hiciera soñar (y reaccionar) al espectador con la posibilidad, depositando en él un atisbo de esperanza, una puerta que se abre o una semilla que aspire a florecer en el futuro.

No caben en nuestra concepción presentaciones que sólo refuercen el poder del mago y su capacidad de derrotar sin más el intelecto del espectador, ya sea sugestionándolo o dominándolo, cómo si se tratara de una voluntad imperante ante la cual éste no tuviera ninguna otra opción más que la de entregarse. La magia no proviene del mago, sino del poder interior del espectador quién la descubre a través del primero al actuar como catalizador de la misma.

Tampoco caben presentaciones sobrenaturales, de poder personal del mago, que además de no ser creíbles, no se sostienen, ni aportan atisbo de esperanza alguno en el espectador, ya que, en todo caso de llegar a creer en tal poder, lo percibiría como algo externo a él y no como un poder personal que pudiera llegar a capacitarlo.

Finalmente, tampoco caben aquellas presentaciones en las que el mago reta y “gana” al espectador. Es el espectador quien debe ganar siempre, la magia tiene que actuar en él y es él, en última instancia, quien debe convertirse en mago guiado por nosotros. Y en ese viaje mágico ambos oficiantes, mago y espectador, salen enriquecidos y renovados por igual.



Finalizo con una bella metáfora contenida en un cuento de Mark Twain adaptado por Robert E. Neale.

El cuento se lo narra Jeff McBride a Eugene Burger haciéndole un juego en uno de los DVD de la serie Magical Voyages.

Al principio del juego Jeff saca una caja cerrada y comienza a narrar el cuento.

Érase un niño que dormía plácidamente en su cuarto. De pronto la habitación en la que dormía se iluminó y apareció un hada. Era bellísima y sus cabellos dorados iluminaban mágicamente la habitación.

- He venido a regalarte un don –dijo el hada. Tienes que elegir entre los que llevo en esta cajita.

Jeff abre la caja y saca un corazón, una moneda, una estrellita, un cochecito y una pequeña calavera, colocándolos todos en la mesa ante Eugene.

- Tienes que elegir entre el amor, el dinero, la fama, el placer o la muerte –dijo, señalando cada uno de los símbolos.

Jeff se guarda los cinco símbolos en su puño izquierdo.

El niño abrió los ojos y eligió sin dudarlo el cochecito, símbolo del placer. Además no entendía cómo alguien podría elegir la muerte como don. Entonces el hada le concedió el don del placer y se marchó.

En esto Jeff saca el cochecito del puño y lo pone en la mesa ante Eugene.

Pasaron unos años. El niño se convirtió en joven pero un día, tras un accidente, el placer se convirtió en dolor. El joven se lamentaba diciéndose a sí mismo:

-Si tuviera que elegir otra vez, sin duda lo haría mejor.

Una noche el hada se le apareció de nuevo. Y le dio otra posibilidad de elegir. Entonces el joven le pidió la fama. Y el hada se la concedió.

Jeff saca ahora la estrellita de su puño colocándolo junto al cochecito.

Pasó el tiempo. El joven alcanzó la fama y le fue gozosa. Pero un día un escándalo convirtió la fama y la buena reputación en vergüenza.

-Si tuviera que elegir otra vez, sin duda lo haría mejor –se dijo de nuevo.

Y de nuevo se le apareció el hada, a la que, esta vez, le pidió el don del dinero. Y el hada se lo otorgó.

Jeff saca la monedita del puño y la coloca en la mesa.

Pasaron los años y una gran crisis económica hizo que el joven, ya hombre, perdiera todas sus inversiones de bolsa, llevándolo a la ruina absoluta…

-Si tuviera que elegir otra vez, sin duda lo haría mejor –se dijo una vez más-.

Y otra vez el hada se le apareció esa noche. En esa ocasión le pidió el don del amor. Y el hada, como siempre, se lo otorgó.

Jeff saca el corazón y lo coloca en la mesa.

Pasó unos años felices en los que fue querido por mucha gente. Sin embargo con el tiempo, sus amigos y amantes lo fueron abandonando, algunos por cambio de domicilio, algunas porque habían conocido otro amor y otros por fallecimiento.

Muchos años más tarde, se encontraba triste y solo en su cuarto. Era ya muy viejo.
El hada se le apareció una vez más…

-Por favor, dame el don de la muerte –le pidió-.

Entonces el hada le dijo:

-Con muchas ganas te lo daría pero ahora ya no lo tengo…

Abriendo el puño, Jeff muestra la mano vacía (se aprecia que la calavera ha desaparecido).

…Tuve que dárselo a un niño muy enfermo en el hospital esta misma mañana –le siguió diciendo el hada-.Podrías haber elegido mejor a lo largo de estos años, de modo que aquí te quedas, en el vacío de la soledad de la insondable vejez…

El viejo se derrumbó en su lecho, sin salida.

En aquel momento el hada, lo miró y recordó la primera vez que lo vio en su cuarto cuando era niño. Entonces se compadeció de él.

-Escucha –le dijo-. Aún te quedan unos cuantos años de vida y además, aún tienes un don que siempre tuviste en tu poder, del que nunca fuiste consciente…

Diciendo esto Jeff abre la caja, que ahora contiene una enorme flor. Cogiéndola, Jeff se la entrega a Eugene, el cual la mira fascinado.

…la esperanza…



NOTAS AL PIE
(1) En estas primeras jornadas se expusieron trabajos muy interesantes. A parte del nuestro, contamos con un extensísimo trabajo de Luis García, amén de otras magníficas colaboraciones de nuestro organizador Manu Montes, nuestro hermano mágico Paco González, Juan Carlos Linero Giménez y todos los magos allí reunidos, incluyendo a Miguel Puga, cuya aportación en las tertulias y debates técnicos convirtieron el evento en una reunión de amigos entrañable y fructífera.

(2) La fase del inconsciente personal es la fase intermedia del esquema de la Evolución Secuencial de la Sesión De Magia propuesta por Vicente y un servidor. Es en este momento cuando ocurre la transición final desde el estado consciente racional hasta el comienzo del viaje metafórico, iniciándose a nivel personal en esta segunda fase.
Tal esquema de la Evolución Secuencial ha sido desarrollado en las reuniones de La Posada y saldrá publicado en la primera edición de los Cuadernos del Sapo, publicación a cargo de Manu Montes donde se expondrán trabajos relacionados con las Jornadas de La Posada.

(3) El método del juego se revela en el segundo DVD de Magical Voyages de Eugene Burger. Usa papel de liar y papel flash. En cuanto a la idea de la presentación metafórica para curar fobias, es de Luke Jermay y está publicada en su libro 7 deceptions.

1 comentario:

  1. ¡Muchas gracias por el artículo!
    ¡Queremos más anécdotas de estas! jeje

    Importante el tema de la esperanza. Que estaría relacionado con el sentido de la vida. Pues, si la vida no tiene sentido... ¿Qué esperanza nos queda?
    Y por eso me parece importante también, que los juegos sean bellos. Confío, como Dostoyevski, en que la belleza salvará al mundo, pues al contemplar algo bello se puede rozar el sentido de la vida con la punta de los dedos... Por eso es interesante un sistema matemático perfectamente engranado. Porque es muy bello que todo encaje y quede redondo.

    ¡Muchas gracias y un saludo!

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