Con motivo de la reunión de La Posada a finales de Enero de este año, presentamos un trabajo acerca de la Magia Metafórica, el Simbolismo y la Evolución secuencial de la sesión de Magia.
Aunque en un principio no teníamos intención de reproducir en el blog de Tertulias lo que ya estaba publicado en los Cuadernos del Sapo coordinados por Manu Montes, creemos necesario publicar esta primera parte del trabajo expuesto en La Posada para que el abordaje del próximo artículo no quede descontextualizado.
Aparte de alguna modificación lógica, hemos añadido al artículo original un fragmento posterior con un símil mucho más ilustrador.
¿QUÉ ES LA MAGIA METAFÓRICA?
La magia metafórica es aquella MAGIA VERDADERA que, valiéndose del ilusionismo como herramienta, soporte o vehículo físico, puede llegar a transmitir e inducir en el espectador alguna Idea Metafórica de índole personal o más trascendente, llevándolo, si así lo desea realmente, a un estado de consciencia expandida en la que experimentará por un instante otra realidad diferente, ajena a las leyes físicas promulgadas por la ciencia. En esta realidad podría alcanzar una nueva comprensión, atisbar nuevas posibilidades y liberarse de ciertas falsedades que pudieran atenazar su vida, amén de otros muchos beneficios a nivel personal.
De entrada, sabemos que no podemos pretender que el cien por cien de los espectadores se entregue a la experiencia mágica y estamos, además, convencidos de que no es posible provocar esta experiencia en contra de su voluntad. Además de obvia, esta idea nos es confirmada por el mago Krishnamurti:
“No podemos provocar la Realidad; debe llegar a uno; no podemos elegir la Realidad, ella nos debe elegir”.
Con esta entrega a la experiencia mágica, el espectador alcanzaría una forma diferente y complementaria de entender la realidad, forma que pretende ser tan real como la consciencia ordinaria y que, después de la sesión de magia, quedaría presente en su interior, puesto que se ha establecido una conexión directa con su inconsciente, la parte no racional de su psique.
Durante este duro viaje fuera de la cárcel del pensamiento racionalista, necesariamente se ha debido de originar un cambio, una transformación que sí que permanecerá cuando el espectador vuelva al modo de consciencia ordinaria, como ya se ha mencionado, repercutiendo en su vida positivamente, renovado, con un mayor conocimiento, más libre y quizá con más ganas de seguir experimentando el misterio de la vida.
La metáfora está presente en la magia ilusionista de todas las épocas, en juegos clásicos como los aros chinos, el sueño del avaro o el hilo roto y recompuesto, sean los ilusionistas que los realizan conscientes o no de su presencia.
La metáfora y el simbolismo también están presentes en muchas manifestaciones de la magia blanca tradicional.
Uno de los méritos de Luis García estriba en haber conceptualizado el uso de la metáfora sobre todo a través de la diversas mitologías y la rica simbología que éstas aportan, así como el de expresarlas estructuradamente en la sesión de Magia, estableciendo lo que él denomina el Guión Metafórico, a través de una serie de juegos con base ilusionista que le sirven de soporte a lo largo de sus líneas escénicas.
Fascinados por el aspecto metafórico del trabajo de Luis, elaboramos para el encuentro de la Posada un trabajo sobre magia metafórica que culminó con la Evolución Secuencial, un intento serio de organizar la Sesión de Magia según tres fases principales, buscando la adecuada inclusión de las diversas Ideas Metafóricas según su carácter e intencionalidad, de modo que tuvieran el máximo impacto mágico en los espectadores, reconciliando conceptos antagónicos como el de magia realista o ficción con la expresión metafórica en sí, todo ello a lo largo de la Sesión de Magia.
En los meses posteriores a la Posada, experimentando con la Evolución secuencial, hemos ido confirmando que en ocasiones se produce lo que hemos denominado proceso de abreacción mágica por la cual el individuo, que está emocional y mágicamente tocado, necesita exteriorizar de algún modo lo que ha sentido durante la experiencia mágica, pudiendo llegar incluso a producirse algún cambio en esa charla o tertulia de grupo posterior. Todo ello corroboraría que, en estas ocasiones, algún tipo de cambio se ha producido.
Y es que el cambio o transformación es una constante clave en toda MAGIA. A nivel concreto, este cambio se correspondería con el paso de una situación inicial a otra final, lo que es en sí el efecto mágico llamado también físico o literal. Este esquema está presente en la concepción ascaniana, concepción de la que seguimos partiendo, ya que, al igual que Luis, seguimos apoyándonos en el ilusionismo como vehículo o soporte físico para fusionarlo con el vehículo abstracto de la idea metafórica.
Esta fusión es intrínseca del proceso alquímico según vemos en el fuego secreto de los filósofos:
“La alquimia era tanto el cultivo de la doble visión como la fusión de las sustancias; tanto en la penetración recíproca de lo literal y lo metafórico como la del mercurio y el azufre” (Ver El fuego secreto de los filósofos, p. 227).
En este principio paradójico se encuentra también la doble naturaleza del acto de imaginar, entendiendo ésta como la definición que hizo que Jung la comprendiera como algo real y corpóreo, aunque fuera con un cuerpo muy sutil:
“La imaginación es el astro (astrum, astral) en el hombre, el cuerpo celestial o supracelestial” (Ver El fuego secreto, p. 225).
De este modo, el proceso de transformación metafórico del espectador es una transformación alquímica, puesto que los alquimistas se centraron en el cambio material (de metales impuros a puros), a la vez que se originaba una purificación y cambio en ellos mismos a nivel espiritual. Creían que este proceso era la doble expresión de una misma transformación y que ambos aspectos estaban interrelacionados además de ser imprescindibles.
Análogamente, en la Magia consideramos el cambio concreto, representado por el efecto mágico (llevado a cabo mediante el ilusionismo) y el cambio abstracto o metafórico llevado a cabo por la inducción de la Idea Metafórica (medio y fin a la vez).
Un símil que ilustra maravillosamente este concepto del doble vehículo es el de la flecha lanzada por El Arquero. Este símbolo está presente en la baraja simbólica de Luis García y nos ha inspirado el símil.
El Arquero dirige su atención a un Blanco. A través de la Fuerza de Voluntad, decide sacar una flecha, montarla en el arco y tensar el conjunto sin esfuerzo aparente. Cuando está seguro de que es el momento, ya no tiene que hacer nada, el disparo cae, se desprende del Arquero como la nieve cae de la hoja de bambú. La Flecha vuela por inercia hasta alcanzar físicamente al Blanco. Más allá de la herida física visible, el veneno con el que estaba untada la punta va a ejercer un efecto más sutil, invisible, justo en el interior del Blanco del que se esperará una respuesta o efecto determinado. El Arquero, después de observar y vivir también la experiencia, se retira a meditar.
El efecto o vehículo físico representaría la flecha y su consecuencia sería el boquete que abre en la mente racional del espectador, en término del maestro Luis García.
El efecto metafórico, mucho más sutil, sería como el veneno de la flecha. Este veneno metafórico llega en una dosis pequeña (medicinalmente segura) hasta al inconsciente, al cual remueve, hace cambiar, transformarse, despertarse de su letargo.
Para que se produzca una transformación mágica es totalmente necesario remover este contenido inconsciente pero, para poder llegar a él, primero hay que abrirse paso a través del consciente racional.
Por otro lado, si únicamente abrimos un boquete en la razón del espectador pero no transmitimos un contenido metafórico que sea transcendente, el boquete se cierra al poco tiempo, sin que se produzca cambio o efecto alguno en su interior. En este caso simplemente queda la diversión del asombro, del cómo lo habrá hecho el ilusionista.
Si, en cambio, aprovechamos este período de apertura del boquete racional para intentar transmitir cierto contenido trascendente y llegamos a conseguirlo, entonces el espectador comienza a librar una batalla transformadora consigo mismo hacia un mayor nivel de conciencia, hecho que tenderá a verbalizar o expresar momentos después si tenemos la ocasión de hablar con él a solas o dentro de la tertulia que ocurra post-sesión (el citado proceso de abreacción mágica).
En esta fase, en la que la razón está con la guardia baja, el espectador es más susceptible de ser “manipulado” o influido. Nuestro enfoque, como el de la Magia Blanca, siempre será positivo, benéfico y esperanzador. La dosis de veneno metafórico siempre tiene la intención de concienciar, liberar o ayudar al espectador.
Una vez vista la doble naturaleza de la flecha, tanto a nivel físico como metafórico, te dejamos a ti, lector, que explores a través de tu intuición la riqueza simbólica del símil.
Como nos vuelve a decir el sabio Krishnamurti, “La Realidad (Mágica) no es para que se hable de ella; y cuando así se hace, ya no es Realidad”.
Lo realmente importante no es que intentemos definir, acotar y reducir el concepto de Magia en un lugar concreto, ya que entonces deja de ser Magia. Se trata más bien de que cada uno de nosotros llegue a intuir dentro de su ser que existe algo más allá de lo que vemos, tocamos y oímos, siendo este algo más allá, como no podía ser de otra manera, lo Mágico.
Magnifica idea el volver a retomar la concepcion magica de Luis Garcia en este blog pues para que nuestro mundillo magico evolucione se necesitan pensadores como el
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