Anteriormente había tratado el absurdo en su relación a los aspectos presentacionales de la magia. En esta ocasión pretendo continuar analizando superficialmente la coherencia respecto de la parte más estructural o metodológica, el esqueleto de acciones y movimientos que acompañan al efecto y la presentación.
Recupero el análisis de la presentación para intentar establecer una metáfora comparativa respecto de la estructura. Podemos entender la presentación como una pista de carreras ovalada. El espectador la recorre de lado a lado y se queda con una imagen general, con lo que para que funcione, tiene que hacer que coincidan el punto de inicio y el punto final. Tiene que existir la coherencia global de la que había hablado en el artículo anterior.
Como contraste, la estructura (el conjunto de movimientos y acciones que conducen al efecto) se puede concebir de una forma diferente. Imaginemos una gran estancia (situación inicial), un pasillo largo y estrecho (método) y otra gran estancia al otro lado (situación final).
Por ahora dejaré apartadas las dos estancias y dedicaré unos párrafos a tratar el pasillo.
El pasillo está constituido por el conjunto de acciones que llevan al juego a una conclusión exitosa. En este pasillo conviven todas las acciones: extender las cartas en la mesa, recogerlas, los manejos técnicos, las acciones en tránsito... en fin, todo lo que ocurre desde que se presenta el efecto hasta el momento mágico (que es el punto de unión entre estas dos esferas interna y externa).
Muchas veces planteamos problemas asociados a la coherencia (¿por qué dejo el mazo en la mesa si en un rato volveré a cogerlo?) que tratamos de resolver de forma demasiado racional. El pasillo central es como un río que fluye. Cada acción debe ser inmediatamente coherente con la anterior y con la siguiente, pero nada más. Si dejo el estuche en la mesa debe ser por algo (o para algo), y cuando lo coja en un momento
posterior también debe responder a una necesidad. Sin embargo no es necesario hacer que todos y cada uno de los elementos sean coherentes entre sí. El espectador debe seguir el pasillo como si cayese por la
madriguera de Alicia, pensando en la estancia que ha dejado atrás. Si el ritmo es adecuado y las vistas entretenidas, sólo reparará en el paso de un nivel a otro, pero irá dejando en una nebulosa de memoria los que haya ido quedando atrás.
Sí es fundamental la coherencia entre los segmentos adyacentes. Las transiciones han de ser suaves y fluidas para que el público no detenga la mirada para obtener una perspectiva general de lo que está ocurriendo.
Esto no es importante únicamente para el funcionamiento de la coherencia del absurdo, también es relevante para el futuro contraste entre situación inicial y final. Cuanto más suave sea la caída menos interferencias encontrarán en el recuerdo de la situación inicial.
Después de este paseo podemos detenernos a analizar nuestras dos salas: la situación final y la inicial, en las que el absurdo y su coherencia cobran especial importancia.
Creo que la situación inicial y la final están (y deben estar) estrechamente ligadas. La situación inicial tiene que poder recuperarse (al menos verbalmente antes del momento mágico) para aumentar el contraste, pero aún se puede ir más allá si planteamos ambas situaciones como reflejos en un espejo.
Ambas salas tienen la misma arquitectura, las mismas ventanas, el mismo color de pared y los mismos muebles. Parecen reflejos la una de la otra. Pero sólo lo parecen. Parece que al final del pasillo el espectador se encuentra con la misma sala de la que partió, pero esta vez con la lógica trastocada. El efecto mágico ha impactado sobre todas las superficies impregnando la estancia de una pátina de magia y
contraste.
Para que ambas situaciones se relacionen, deben ser idénticas en todo menos en lo que afecta al efecto mágico, en lo que el cambio tiene que percibirse de forma radical.
Piensa en esta situación: Sales de casa, apagas las luces y cierras la puerta. Recuerdas que has dejado la cartera dentro. Cuando vuelves a abrir la puerta todo está igual, las luces apagadas, los muebles en su
lugar. La cartera sobre la mesa. Pero en el suelo, en el lugar que ocupaba la alfombra, una enorme oruga morada fuma cigarrillos franceses con boquilla y exhala volutas de humo con formas extrañas.
La impresión es más potente porque el cambio se produce en un entorno conocido, bajo unas reglas asumidas y en unas condiciones que se retrotraen a un momento anterior.
En resumen y respecto del esqueleto del juego: quiero plantear la importancia fundamental de las situaciones iniciales y finales y sus relaciones internas, así como la fluidez del camino que lleva de una a otra.
No olvidéis que en el absurdo se esconde la verdadera coherencia.
Cuando se cae por la "madriguera de Alicia" se entra en otra REALIDAD donde el ABSURDO no existe.
ResponderEliminarEsta dualidad "existir-no existir"es lo que lo hace magico.
Claro. El absurdo es el termino que empleamos al mirar desde el plano racional. Una vez en el mundo de Alicia todo es coherente y por lo tanto completo. Solo seria absurdo en mal sentido, en caso de introducir un elemento racional que rompiese la coherencia del nuevo entorno. Todo es magico en cuanto no se desestructure ese nuevo entorno en el que la magia encuentra su razon de ser.
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