miércoles, 5 de diciembre de 2012
La trampa sagrada - por Mariano Vílchez y Vicente Mustieles
En Magic and Meaning, Robert E. Neale habla del ritual de una tribu nativa americana en el que una tienda india empieza a vibrar y a moverse en el mismo momento en que un chamán entra en ella.
Según recogen etnólogos y antropólogos testigos del ritual (con testimonios que datan del primer tercio del siglo veinte), estas tiendas estaban formadas por palos largos clavados verticalmente en el suelo formando un círculo. Dichos palos se ligaban luego entre sí mediante unos aros a modo de flejes de tonel, lo que daba a estas tiendas una curiosa forma de barril. Finalmente este armazón se cubría con pieles de búfalo curtidas hasta el suelo.
En un momento del ritual, el chamán entraba en la tienda y ésta empezaba a vibrar. Entonces los miembros de la tribu colocados alrededor de la tienda escuchaban la voz del chamán junto con otras voces distintas que hablaban con él y que entonaban unos cánticos. Esta misteriosa conversación entre el chamán y los espíritus podía durar varias horas durante las cuales la tienda no paraba de oscilar con movimientos en ocasiones tan enérgicos que daba la sensación de que se iba a venir abajo de un momento a otro.
Los indios les contaban a los antropólogos que en ocasiones las tiendas vibraban antes de que el chamán entrara en ellas, que habían presenciado cómo se habían movido hasta dos tiendas a la vez y que, en algunos casos, se habían construido tiendas mucho más grandes de hasta sesenta palos de circunferencia.
Los antropólogos sospechaban que el propio chamán movía la tienda. De hecho en alguna ocasión habían observado desde fuera -las pieles de búfalo no siempre cubrían hasta la parte inferior de la tienda- cómo el chamán se sentaba, agarraba uno de los palos en su base y empezaba a sacudirlo.
Interrogado luego el chamán al respecto, contaba que agarrar el palo era parte del ritual, estableciéndose la “conexión” con los espíritus y que esto era lo que favorecía su aparición.
Esta explicación del chamán como canal de comunicación entre espíritus y tribu desconcertaba a los antropólogos ya que, aún asumiendo que el secreto era la sacudida del palo por parte del chamán, no se terminaban de explicar no ya las leyendas del movimiento de tiendas mayores o de varias tiendas a la vez, sino la atestiguada duración del fenómeno por el que la tienda mantenía su moviendo enérgico durante más de cuatro horas.
Ante el escepticismo de los misioneros que también habían presenciado el fenómeno, algunos chamanes de la tribu convertidos al cristianismo les habían explicado, en una actitud aparentemente sincera, que realmente ellos no movían la tienda, sino que más bien se sentían “movidos” por los espíritus. Sostenían, además, que tampoco simulaban sus voces, sino que las escuchaban realmente, contando cómo desde dentro se veía la tienda expandirse más y más, con los espíritus revoloteando por la parte superior de la misma.
¿Qué pasaba entonces? ¿Mentían estos chamanes? ¿Sabían que realmente ellos eran la causa primera del movimiento? ¿O acaso por algún proceso inconsciente se sentían realmente “movidos” por los espíritus, dejándose llevar por su acción?
Independientemente de que fueran o no conscientes de la “trampa”, lo que está claro en este caso es que el “secreto” era muy importante para la tribu, ya que el ritual era clave para expresar las creencias que la sustentaban: su conexión con los espíritus que los guiaban a la hora de buscar la caza, de curar la enfermedad, de buscar personas o cosas perdidas o de tratar los males morales de la comunidad.
Todo esto contribuía a dar confianza y seguridad a la tribu.
Una última idea: según los antropólogos testigos del ritual, algunos de los miembros más ancianos de la tribu dieron pistas de que eran conscientes de la posible trampa. Sin embargo, no parecían ver inconveniente alguno en su existencia porque, según ellos, lo importante no era cómo se produjera el fenómeno sino lo que se expresaba con él, así como el gran beneficio que aportaba a la tribu, sobre todo en tiempos de crisis. Para ellos, los chamanes no eran impostores, sino genuinos magos.
Jodorowsky tiene un término que expresa esta idea: el concepto de “trampa sagrada”.
A pesar de que suponga una trampa asumida, ya que todo el mundo parte de que hay truco, en el ilusionismo convencional el engaño aún puede conservar algo de su carácter sagrado,. Por un lado, permite que se produzca el asombro mágico, con la diversión y fascinación que regala a los espectadores. Por otro, si nos adentramos en los dominios del ilusionismo metafórico (y, obviamente, de la magia metafórica), puede facilitar la transmisión de algún mensaje esperanzador y beneficioso para el espectador. Al tiempo que la lógica y la razón quedan obnubilados con el efecto, su psique está más dispuesta a entender y aceptar ese mensaje esperanzador (Luis García dixit), lo que probablemente no conseguiríamos con mil argumentos lógicos.
En el reciente festival HocusPocus organizado por Miguel Puga, Woody Aragón realizó al final del espectáculo una “suite” donde todos los efectos acaecidos durante la sesión se volvieron a repetir en un increíble torbellino mágico. Al revelarse el último efecto (que omito aquí para no reventar la sorpresa de futuros espectadores), Woody soltó con gran vehemencia un sencillo y esperanzador mensaje final que potenció aún más el extraordinario clímax logrado.
Mucho trabajo hay detrás de este espectáculo pero es ese trabajo de años de estudio y de búsqueda para hallar los efectos adecuados, las construcciones correctas y la justa composición de sesión, lo que al final permite que el último mensaje de Woody tenga esa fuerza profunda y convincente.
Según nuestra humilde opinión, el engaño debería ser un medio y no el fin. Sin embargo la trampa, el engaño y, en el mejor de los casos, la construcción son a menudo los aspectos que más nos importan (si no los únicos) a los aficionados de los círculos mágicos. Un efecto es interesante si su método nos engaña como magos. Una técnica nueva que permita hacer lo de siempre nos fascina simplemente por el engaño que propicia su novedad.
Pero si la trampa no es el fin, sino el medio, ¿por qué entonces no hablar más bien de lo que se puede expresar con ella?
¿Para qué seguir buscando otras cien formas para lograr que una carta suba al lomo de la baraja (si además ya tenemos siete válidas), cuando ni siquiera nos hemos planteado como magos qué es lo que puede llegar a expresar para los espectadores esa idea que una carta ascienda una y otra vez de forma imposible?
¿Por qué no plantearnos más bien qué es lo que podemos expresar con ella: acaso el logro de un deseo imposible, el ascenso a nuestro objetivo, la recuperación de nuestra autoestima perdida o incluso la superación de los innumerables obstáculos que se ciernen sobre nosotros, separándonos de la meta soñada?
Es como si dedicáramos todo el tiempo en discutir acerca de cuál es la mejor videocámara, aquélla que tiene las mejores funciones, la más novedosa, en vez de plantearnos qué es lo que podemos realmente grabar para al final regalarles a los espectadores la mejor película posible.
Los métodos de engaño (e incluso todo el trabajo de construcción, algo que personalmente veneramos) deberían estar supeditados a aquello que el mago quiera contar de sí mismo: sus aficiones, miedos, pasiones y convicciones más profundas, todo como un regalo de sí mismo en beneficio y enriquecimiento de sus espectadores.
Dicho en modo zen: el dedo que señala la luna no es la luna.
Además, cuando el mensaje es útil, bello y esperanzador, el espectador puede llegar a olvidarse del método (y hasta despreciarlo). La satisfacción psíquica superaría con creces la frustración lógica producida por el efecto físico.
Recordamos el caso de un efecto de coincidencia realizado para una pareja con el objetivo de evaluar la armonía entre sus dos miembros. Una vez producida la coincidencia total, se le ofreció maquiavélicamente a la chica la posibilidad de explicarle el “truco”.
La respuesta fue la esperada. No sólo se negó, sino que se enfadó por haberle dado a entender que aquello no había sido totalmente genuino. No estaba dispuesta a desprenderse de la sensación mágica de sentirse totalmente conectada con su novio, ni de la esperanza de que su relación terminara por consolidarse al fin.
¡Aquello no podía tener truco!
Volviendo al ritual de la tienda, en la citada tribu existía la creencia de que si una persona cualquiera construía su propia tienda y realizaba el ritual por su cuenta, no sólo no tendría el efecto deseado, sino que podría llegar a atraer cosas malas a su vida.
Y es que, para ser legítimo, el ritual tenía que haber sido soñado cuatro veces por el sujeto. Los tres primeros sueños debían suceder en el otro mundo y el cuarto, en éste, con una explicación de cómo construir la tienda y de cuándo conjurar (en ningún caso para lucirse, ni por mero entretenimiento).
Sólo entonces el soñador estaba legitimado para convertirse en chamán y realizar su propio ritual.
En lo que nos concierne, podemos elegir entre centrarnos sólo en las distintas maneras de mover la tienda u optar por ir más allá, buscando en nosotros ese sueño maravilloso que nos legitima como magos y expresar con él todas esas joyas mágicas que llevamos dentro.
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Interesante tema que nos acerca al pensamiento mágico.
ResponderEliminarQue pena que esté tan alejado del pensamiento de los ilusionistas.
Completamente de acuerdo, al final, el arte no deja de ser una bella forma de comunicación, muchas gracias por compartir vuestros pensamientos, en mi opinión solo añadir si me lo permitís que también hay que dedicarle tiempo a saber cómo comunicar para que sea algo interesante y no aburra como ocurre con muchas charlas de magos.
ResponderEliminarSaludos!!!
Interesante artículo que toca un tema crucial como es el del “intento mágico”, así que aquí va mi aportación:
ResponderEliminarPrimero se echa en falta mas rigor en las referencias. Parece que se trata de “una tribu americana” de la que “unos etnólogos y antropólogos” dicen… pero de que tribu estamos hablando, quienes son esos supuestos científicos que presenciaron el ritual?. Parece que aquí la tribu y el ritual es lo de menos y lo que se trata de justificar es un determinado enfoque escénico. La típica falta de rigor de los ilusionistas (Eugen Burger en este caso) cuando se ponen a hablar de magia, de la que en general no entienden nada. Ya sabéis todos que de ese despreciativo enfoque hacia las tribus primitivas estoy hasta las narices, venga de donde venga.
Dicho esto, se trata de un ritual chamánico, que puede ser esa tienda que se mueve que nadie conoce o el rito del Abedul, la ascensión al Árbol de los pueblos altáicos, que está perfectamente documentado. Y en concreto un ritual de sanación. Llamémosle “ritual primitivo”.
Ahora bien, dicho ritual primitivo es estructuralmente idéntico, por ejemplo, al rito de la Santa Misa, que llamaremos “ritual evolucionado”.
En ambos casos hay un efecto metafórico, la intervención de los espíritus en el primitivo y la transubstanciación de las formas en el evolucionado, que no puede literalizarse sin cargárselo. (las similitudes pueden extenderse ad infinitum).
Pero veamos los resultados como ritual de sanación. En el caso primitivo, los miembros de la tribu se curan físicamente y sanan espiritualmente. En el caso evolucionado, los enfermos que veo a diario entrar en la catedral (trabajo prácticamente en la puerta) salen igualmente enfermos, y para mantener su enfermedad controlada tendrán que usar su tarjeta sanitaria, si la tienen, o su seguro médico, si pueden.
Es la diferencia entre un ritual de sanación auténtico aunque primitivo, y otro en el que ninguno de los que entran cree, y mucho menos los ejecutantes, aunque sea mas evolucionado
Es la diferencia entre una concepción espiritual de la enfermedad que desaparece cuando se cura el espíritu, a una concepción de la enfermedad como negocio, donde lo que interesa es que haya cuantos mas enfermos mejor, siempre que se les mantenga útiles para trabajar o, al menos, para que sigan votando a sus amos.
Es la diferencia entre una concepción auténtica de la vida, donde existe el honor, la dignidad y los valores y una ideología ultraliberal, en la que cuando el enfermo ya no es rentable, como ahora, pues a la puta calle y que se joda.
Y volviendo a la tesis de vuestro artículo, el objetivo de la sesión de magia es un contacto con el Otro Mundo, mas o menos intenso. En ese sentido todas mis líneas escénicas son rituales de aproximación, cuyos guiones contienes las claves esotéricas que se pretenden destacar, a un nivel mas profundo, en la fase avanzada.
Y desde luego, todo “contacto controlado” con la Realidad Mágica, produce, como efecto colateral, una cierta sanación espiritual, lo que es mucho en una sociedad enferma.
Mis felicitaciones por vuestro incansable trabajo.
Aunque alejado del mundo de la Magia ya hace algún tiempo, no dejo de leer, de vez en cuando, algún artículo de magos, sobre todo si están relacionados con gente a la que quiero y admiro, cual es el caso de Luis Arza. Eso me ha conducido hasta este trabajo y, no puedo por menos que dejar escrita alguna cosita al respecto.
ResponderEliminarMe da la sensación de que nunca hablamos del mago, del presentador de magia o del actor/actriz que interpreta a un ilusionista. Pareciera que con pensar en la técnica del efecto, o en su argumento o significación ya está hecho todo el trabajo.
Todo ritual, y lo que sucede en un escenario lo es sin ninguna duda, se basa en el acuerdo tácito entre oficiante y asistentes en el que estos últimos aceptan creer en la realidad paralela que les presenta el oficiante y este asume el trabajo de hacer creíble (o no quebrar) esa ficción. Por ello la interpretación, sea del chamán, sacerdote, sacerdotisa, actor/actriz o mago/maga debe estar revestida de tal grado de convencimiento y realismo que permita a sus espectadores mantener su parte del acuerdo.
Saber lo que debo decir no significa saber decirlo. Haber decidido una buena metáfora para un juego, haber escrito un buen guión de desarrollo de esa metáfora no tiene porque significar que estoy capacitado para mantenerla en escena sin dar importancia suma a lo que significa ponerla en escena. Dicho de otro modo, es imperioso que los magos comiencen a pensar en las técnicas de interpretación dramática.
Observo personalidades muy interesantes que funcionan porque es su naturaleza el ser buenos comunicadores pero en cuanto al haber cuidado la puesta en pie del rito no resisten un mínimo análisis. Hace falta saber usar la voz, sus tonos, ritmos y silencios, el cuerpo, con su infinita gama de sutilezas que van dejando en la mente de nuestro público la imagen no verbal de lo que queremos trasmitirles. Hay que saber ocupar el espacio ya que este también es una fuente de información que sugiere en todo momento. Tenemos que aprender que un guión, por bueno que sea, no funcionará si su intérprete no sabe sostenerlo.
Llevo mucho tiempo insistiendo en esta idea entre los magos, con bastante poco éxito, por cierto, pero no por ello voy a dejar de intentarlo. Aparte de magos debemos considerarnos actores/actrices y prepararnos adecuadamente usando de todo lo que el mundo del teatro puede ofrecernos: desde la mera formación en arte dramático hasta el uso de un director a la hora de poner en pie un espectáculo.
Perdón por la intrusión y el ladrillo.
Ángel Azar
Muy sugerente el artículo, felicidades Mariano y Vicente.
ResponderEliminarA mi, aún así, me sigue faltando el tema de la alquimia del Mago. La búsqueda interior.
El subconsciente no entiende de palabras, entiende los símbolos, pero para poder ofrecérselos al que los necesita, primero hay que encontrarlos dentro de uno mismo e interpretarlos.
Está claro que ninguno de los Chamanes y Magos de todas las tribus primitivas buscaban la fama o el dinero. Pachita, como cuenta Jodorowsky, nunca pidió dinero a cambio de sus sanaciones, entonces que buscaba Pachita con aquellos ritos?
Creo que lo mismo que los alquimistas de la Edad Media; los hubo que buscaban exclusivamente la piedra filosofal para hacerse ricos y poderosos y otros que la usaban como excusa para poder buscar y encontrar en su interior lo que estaba prohibido buscar fuera de las vías establecidas en aquel tiempo.
Como los lectores del Tarot, hay charlatanes que buscan el beneficio económico y predicen el futuro, cuando este es impredecible porque está en continua construcción. El Tarot debe hablar de la situación presente de una persona y de como esa persona ha llegado a dicha situación. El verdadero Tarotista ha de buscar la alquimia interior por medio de los 78 símbolos y mediante ella ayudar al necesitado, saliendo ambos beneficiados.
Hoy en día parecemos más libres que en aquellos tiempos, pero como dice Luis García, es todo un espejismo, es todo una gran mentira, una "trampa" pero "política" no "sagrada".
Por ello hay que saber buscar fuera de las vías establecidas como hacían los grandes humoristas de la postguerra en revistas como la Codorniz sabiendo habilmente escapar de la censura dominante.
Creo que el Mago ha de buscar el beneficio propio cuando ensaya y cuando construye, siendo fiel a los símbolos que el subconsciente propio le envía cuando se encuentra en esa búsqueda y luego ayudar al espectador creando una metáfora creíble y sanadora usando dichos símbolos.
El “truquero” quiere la piedra solo para enriquecerse y no buscará nunca en su interior ni tendrá interés en buscar algo más fuera de las vías establecidas.
Él se lo pierde!!
Un saludo.
Pequi.
Soy Jossan, nuevo en el blog invitado por el querido Arza. Mi especialidad es el mentalismo y la hipnosis. En mis notas de conferencia hablo del uso místico que se hace de la sugestión en todas las religiones y épocas. Podríamos analizar la misa actual por ejemplo. El acto de la comunión tiene su origen en la antigua religion mitrista, seguida por los soldados del imperio romano. Ellos en sus aquelarres, vertían su sangre en una capa mezclandose la de todos los soldados en una sola. Después mojaban galletas con ese líquido y todos comían. Así la legión se mantenía más unida y desaparecían los sentimientos de soledad que afectaban a la salud psicológica de los soldados.
ResponderEliminarCorinda, en el undécimo escalon si no me falla la memoria, dice que con el tiempo ha demostrado su simpatía por los hechadores de cartas y curanderos porque mejora la salud mental de la gente.
Con respecto a nuestro arte, yo pienso, y muchos palos me he llevado por pensar y actuar así, que lo principal es la sensación que provocas al espectador. Los medios son secundarios.
Si un niño es feliz viendo como una marioneta le pega a un dragón, no le enseñes los hilos porque romperá la felicidad
OOLEEEEEE!!!!!!! COMPIS DEL SAPO!!!!! QUE BIEN EXPRESADO COÑO!!!!!!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con Ángel Azar.
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